Exercise, Telomeres, and Cancer: “The Exercise-Telomere Hypothesis”
Nikitas N. Nomikos1, Pantelis T. Nikolaidis2,
Caio V. Sousa3, Apostolos E. Papalois4, Thomas Rosemann5 and Beat Knechtle5,6*
MINI REVIEW ARTICLE
Front. Physiol., 18 December 2018
Pinchar Aquí:
https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fphys.2018.01798/full
Los telómeros son un complejo genómico al final de los cromosomas que protege el ADN y la longitud de los telómeros (TL) está relacionada con varias enfermedades relacionadas con la edad, la vida útil y el cáncer. Por otro lado, el cáncer es una enfermedad multifactorial que se encarga de reducir la calidad de vida y mata a millones de personas cada año. Tanto la TL más corta como el cáncer están relacionados y podrían tratarse o prevenirse según el estilo de vida. En esta revisión discutimos el posible papel del ejercicio en la relación entre los telómeros más cortos, la actividad de la telomerasa y el cáncer. En resumen, hay evidencia de que el ejercicio conduce a un menor desgaste de los telómeros y el ejercicio también puede disminuir el riesgo de cáncer; estos dos resultados son posibles intermediarios por una reducción del estrés oxidativo y la inflamación crónica. Aunque existe evidencia de que la TL más corta está asociada con el cáncer, los posibles mecanismos que uno puede llevar al otro aún están por aclararse. Suponemos que los seres humanos en tratamiento contra el cáncer pueden sufrir una gran disminución en la calidad de vida, lo que puede aumentar el comportamiento sedentario y provocar un mayor desgaste de los telómeros. Y aquellos humanos con TL ya más cortos probablemente vivieron con un estilo de vida deficiente y podrían tener un mayor riesgo de tener cáncer.
Introducción
Los telómeros son estructuras especializadas en los extremos de los cromosomas lineales (Kipling, 1995; Blackburn et al., 2015). Un telómero es una región de secuencias repetitivas de nucleótidos (molécula orgánica) en cada extremo de un cromosoma (molécula de ADN), que protege el extremo del cromosoma para mantener la estabilidad genómica, evitando la degradación y fusión (Blackburn, 2010). El nombre de Telomere se deriva de los sustantivos griegos telos (τwww.frontiersin.orgλoς), que significa «fin» y meros (μwww.frontiersin.orgρoς, raíz: μερ-), que significa «parte». Como proceso celular fisiológico, una pequeña parte del ADN telomérico se pierde con cada división celular (Shammas, 2011). Por tanto, la longitud de los telómeros (TL) se acorta cada vez que se produce una división celular, lo que la convierte en un marcador de envejecimiento biológico (Blackburn et al., 2015). La TL también está asociada con un gran número de trastornos relacionados con la edad, como la diabetes tipo 2, la hipertensión, la enfermedad de Alzheimer y Parkinson e incluso el cáncer (Shammas, 2011). Cuando la TL es lo suficientemente corta, el daño al ADN puede hacer que la célula produzca proteínas no funcionales, que pueden reverberar en dos vías diferentes: (i) la célula no funcional conduce a la apoptosis, que es aproximadamente el proceso de senescencia que los humanos años; o (ii) la célula no funcional continúa produciendo proteínas no funcionales, que pueden convertirse en células no funcionales y eventualmente convertirse en cáncer (d’Adda di Fagagna, 2008; Maciejowski y de Lange, 2017; Cleal et al., 2018). Por otro lado, se ha demostrado que la práctica de ejercicio de por vida reduce los factores bioquímicos relacionados con la atrición de los telómeros, como el estrés oxidativo (Sousa et al., 2017) y la inflamación crónica (Gleeson et al., 2011). También hay algunos estudios que informan que un comportamiento sedentario se asocia con una TL más corta (Sjogren et al., 2014) y, además, los atletas de élite y los atletas maestros tienen una TL más larga que sus contrapartes no deportistas (Muniesa et al., 2017; Simoes et al., 2017). Aunque la literatura es casi consensuada que señala los beneficios del ejercicio para prevenir y tratar una gran variedad de cánceres, la relación entre telómero-ejercicio-cáncer aún necesita aclaración. En esta revisión narrativa, nuestro objetivo fue identificar los efectos beneficiosos del ejercicio para prevenir y tratar el cáncer. Además, también buscamos identificar qué aspectos metodológicos faltan en la literatura que podría ayudar en el desarrollo de futuros diseños experimentales.
Conclusión
En resumen, existe evidencia de que el ejercicio conduce a una menor atrición de los telómeros y el ejercicio también puede disminuir el riesgo de cáncer; estos dos resultados son posibles intermediarios por una reducción del estrés oxidativo y la inflamación crónica. Si bien existe evidencia de que la TL más corta se asocia con el cáncer, los posibles mecanismos que uno puede conducir al otro quedan por aclarar. Suponemos que los seres humanos bajo tratamiento contra el cáncer pueden sufrir una gran disminución en la calidad de vida, lo que puede aumentar el comportamiento sedentario y conducir a un mayor desgaste de los telómeros. Y aquellos humanos con TL ya más cortos probablemente vivieron con un estilo de vida deficiente y podrían tener un mayor riesgo de tener cáncer.
Fuente: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fphys.2018.01798/full